martes, 6 de marzo de 2018

EL NAZISMO

    Tenemos que distinguir entre como un conservador nacionalista veía la cuestión judía y como la veía un nazi. Si yo tuviera que evaluar cuanta gente veía la cuestión judía desde una perspectiva nazi, diría que alrededor de un 5%. Y este es el porcentaje que tenían los partidos antisemitas radicales desde el nacimiento del antisemitismo político, a fines de siglo XIX, cuando se constituyeran los partidos políticos antisemitas, cuyo punto central en su programa era la solución de la cuestión judía. En ese entonces, ellos no lograron más de un 5% de representación en los parlamentos europeos. La solución radical de la cuestión judía fue. por tanto, una idea compartida por un pequeño núcleo de personas en Europa y ese pequeño núcleo llegó al poder en 1933. No tengo que suponer que cuando tomaron el poder ese grupo se reprodujo, llegando a reunir la mayoría de la población alemana. Los antisemitas conservadores, al ser antisemitas convencionales, subordinaban la solución de la cuestión judía a la solución de problemas críticos que afectaban a Alemania. El ministro de Economía entendía que el país no podía correr el riesgo de un boicot a sus productos en el exterior; y que a resultas de la persecución de los judíos, organizaciones judías en Nueva York boicotearan los productos alemanes. A pesar de su antisemitismo, comprendía que primero estaba la necesidad de exportar y hacer lo posible para que esas exportaciones no sufrieran de boicot de judíos en el exterior, y después llegaría la solución a la cuestión judía. La misma postura mantenía el ministro de Relaciones Exteriores : entendía perfectamente que su función era velar por la imagen de su país en el exterior, y que el país no fuera comparado con algún estado subdesarrollado del mundo.
Por lo tanto, los excesos de los radicales en Alemania producían malos titulares en los diarios; alguien que era antisemita convencional en el Ministerio de Relaciones Exteriores también comprendía que lo primero era la imagen del país y después venía la solución de la cuestión judía. Por ello, en los primeros años tras la subida de los nazis al poder, no había una política hacia los judíos sino que había varias políticas hacia los judíos, políticas tomadas por los distintos representantes del gobierno y cada uno la aplicaba según sus distintos intereses. Por un lado, encontramos los elementos nacionalistas conservadores que trataban de estabilizar el sistema, y quienes veían en la Italia de Mussolini un modelo. Por otro lado, los radicales del partido, aquellos activistas que predicaban la violencia. Algunos se dedicaban a la violencia por razones ideológicas, otros por razones políticas. Sea cual fuere la motivación, el hecho era que había violencia. Pero la violencia se ejercía con ciertos límites : no estamos ni en Polonia, donde se mataban judíos, ni en Rumania ni en Ucrania donde se asesinaban judíos en pogroms. Estamos en un país de Europa Central donde la violencia, por ahora, es limitada y no hay matanzas. Los años 1933, 1934, 1935 se caracterizaron por este paralelogramo de fuerzas, donde por una parte los elementos conservadores tendían hacia la estabilización del sistema, hacia la institucionalización de la revolución nazi, y por otro lado las corrientes radicales, que aspiraban a una revolución permanente; un ideal que estaba presente también en la ideología nazi-fascista. La gran cuestión será ver donde estaba Hitler entre estas dos fuerzas, donde estaba la jerarquía del Gobierno, ¿apoyando a quién? ¿al ejército?, ¿a los conservadores, a los diplomáticos, a los capitalistas y a sus intereses económicos o a los elementos revolucionarios?. Hitler en su juego político apoyará a veces a estos y a veces a aquellos. No debemos verlo solo como un fanático ideológico sino también como un político que calculaba a quien debía apoyar en determinado momento. Por ende habrán fluctuaciones en la línea que asumía hacia todo tipo de cuestiones, incluyendo la cuestión judía.


Ver vídeo en el enlace.

Hegoi presa 1.I

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